-
Hola
-
Hola – Se dio la vuelta sorprendida. – No esperaba
verte aquí. – Dijo sincera.
-
Y… ¿qué tal? – Preguntó nervioso.
-
Bien. Genial.
-
¿Por donde estás sentada?
- Emm… - Dudó un momento y luego contestó – Allí,
donde está el chico de camisa de cuadros – Respondió señalando a un chico que
estaba de espaldas a ellos.
-
Yo estoy aquí mismo…. Estoy con…
-
Ya – Dijo tajante antes de que la nombrara.
-
Bueno.. veo que estás con alguien.
-
Creo que es algo que no te interesa.
-
Sara…
-
No, mira, te has acercado y saludado. Has sido
amable y educado. No intentes ir más allá.
-
Debo… debería darte… una explicación. – Dijo
mirando al suelo.
- ¿Ahora? ¿Después de un año y medio? Llegas
tarde, además de que no tengo nada que escuchar. Pero tu si, me trataste de
loca, de histérica y me llamaste vengativa, para luego decirme que aunque yo no
lo viera tenia en vosotros dos amigos, verlo no lo he visto pero serlo tampoco
lo habéis sido. Pensé que serias más hombre. – Se dio la vuelta pero lo pensó
mejor y se volvió de nuevo hacia él. – Y si quieres un consejo de “amiga”, esa
barba te hace parecer… mayor.
-
Pensaba que no te importaba la edad.
- Y no me importaba, hasta que me di cuenta de que
tu edad y la de tu cerebro no se corresponden, ya que esta no llega a ser ni la
mitad de la mía.
-
Es tu amiga, tienes que decírselo.
-
Pero es que…
-
Al final se va a enterar y se enfadara si no se
entera por ti. Tienes que hablar con ella.
-
Ya lo sé.
(Enero 2012)
Siempre es la amiga quien tiene la obligación de contarlo, creo que es de las peores traiciones que existen, yo viví algo parecido hace años y...ARGG...
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog y dejarme así descubrirte,
Un besazo guapa