Es
cierto que cada momento tiene una canción y varias veces yo misma he afirmado
que cada instante es especial, solo hay que encontrar la música adecuada.
Quizá
sea que hoy las emociones están a flor de piel, pero escucho la canción y estoy
a punto de llorar. Recuerdos enlatados en los versos con melodía que suenan a
mi alrededor. Recuerdo tus palabras de aquel mismo instante, aquellas que yo creí
para siempre.
Hay
momentos en la vida que no cambiaríamos por nada. En mi corta trayectoria de 21
años me llego a arrepentir más de las oportunidades que he dejado pasar que de
los momentos con dolorosas consecuencias que he vivido. Son 21, pero he pasados
por momentos en los que cualquier opción hubiera resultado viable con fin de
olvidar.
Por
mucho que me repetí que lo tenía que olvidar, instantes llenos de luz quedan
grabados en nuestra retina con luces de neón para que recordemos lo que un día
fuimos.
Con
las notas de la canción he caído en la nostalgia. Echo de menos los días que
entrabas en mi habitación sin llamar a la puerta, las veces que me robabas un
beso, cada abrazo mientras me susurrabas al oído tu miedo a perderme, echo de
menos cuando me decías que no me ibas a dejar escapar por una tontería mía,
cuando me convencías de que si no lo intentábamos nunca íbamos a saber como
terminaría, y ahora lo sabemos. Nada ha salido bien. Pero lo que más echo de
menos es el hecho de que un día conseguí que todo lo que hacia que llorara
cuando me iba a la cama me fuera indiferente.
Aunque
pienso que mi mayor error sería olvidar, querer olvidarlo todo, empezar de cero
y no volver a pensar en lo que un día me hizo daño y fue doloroso, pues por un
instante llegué a ser feliz a tu lado.
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